El Banco Comunal “Semillas” se encuentra en el barrio Los Troncos, en la localidad de Tigre, y sus miembros se reúnen quincenalmente en la casa de Blanca. Irene Calle es la hija de Blanca, y lleva a cabo un emprendimiento familiar desde el año 2009. Se trata de una mueblería cuyo local también se asienta en la localidad Tigre y, la carpintería que lo sustenta, debajo de su casa. Su hermana, Andrea, y su mamá, han pertenecido a Semillas desde un tiempo anterior a su ingreso. Ambas, madre y hermana, le habían insistido para que se incorporara al grupo pero al principio, no sabe precisar bien por qué, se resistió a formar parte. Finalmente, no recuerda cómo, explica que lograron convencerla y, desde ese momento, se quedó en el “Banquito” (como suelen decirle al Banco Comunal de manera afectuosa). Algunas buenas decisiones se dan sin mucha premeditación.
Actualmente Irene cumple el rol de Tesorera de Cuenta Externa pero aclara que, durante estos años, ha pasado por los distintos cargos que estipula el banquito para la organización de los fondos. La mayoría de los integrantes de este Banco Comunal pertenecen a su familia: su mamá, su hermana, su nuera y su hija. Dos integrantes más, ajenos a este lazo intrafamiliar, Natalia y Noé, también se han sumado al banquito con la intención de hallar apoyo para sus emprendimientos personales. Según todos han expresado, si bien ha habido idas y venidas de distintos integrantes, su mamá y su hermana han estado desde el inicio hasta hoy y coinciden en que la relación entre todos es alegre y muy buena. Algo que yo también puedo comprobar mientras estoy con ellos durante su reunión quincenal de equipo.
Irene cuenta que al ser un emprendimiento familiar, en la mueblería trabajan su hijo, su marido, su cuñado y ella misma. Su hija, Yamila, se encuentra en el mismo rubro pero ha logrado junto a su marido instalar otro local. La mueblería de Irene es un negocio que ya lleva 11 años. Durante todo este tiempo y debido a las distintas áreas que requiere este tipo de rubro Irene ha podido experimentar diferentes tipos de trabajos. Entre ellos destaca la pintura, la atención al cliente y la organización general del local. También agrega que, hace unos años, su mamá tenía una rotisería como emprendimiento: cocinaba en su casa y los empleados de la mueblería asistían allí para comprarle comida. De hecho, relata, solían quedarse en la casa de Blanca para poder almorzar. Habían organizado casi sin preverlo un funcionamiento cooperativo de trabajo. A la vez que, madre e hija integraban el Banco Comunal, Irene trabajaba en la mueblería y, los empleados que allí se desempeñaban, le compraban comida a su mamá, en la rotisería, o sea, en su propia casa. Hoy en día, la mueblería ya no tiene los empleados con los que contaba en un inicio. Esto es así dadas las distintas fluctuaciones del contexto económico y, por supuesto, debido a cuestiones propias del mercado de hoy. En estos días la mayor cantidad de ventas suelen darse, también en el caso de los muebles, a través de distintas plataformas de Internet. Actualizaciones propias del mercado que afectan a las formas de llevar a cabo un negocio en los tiempos que corren.
Para Irene ser emprendedora le ha significado en muchos momentos dolores de cabeza. Reconoce que tener un negocio propio es un modo de vida con sus particularidades de las que no podría beneficiarse si trabajara en relación de dependencia. Aún así, no siempre las satisfacciones pesaron más en la balanza de la vida para poder apreciarlo. Explica que, si bien el manejo del tiempo propio y ser tu propio jefe es una de las mayores ganancias de ser emprendedor, en momentos difíciles o de mucho trabajo, puede acarrear demasiada energía y tiempo a la familia. Además de que, en ciertas épocas no tan favorables para el negocio, suele ser difícil desconectarse. Tanto es así que hubo períodos en los que su marido ha debido trabajar durante largas jornadas y, a causa de este arduo trabajo, hallar momentos de distracción familiar se tornaba algo muy difícil. Sin embargo, Irene afirma que hoy en día se siente bien con este modo de vida y aprecia los beneficios que le brinda el manejo del tiempo y el “estar a cargo”.
Pensando en el futuro Irene cree que, en vínculo con el Banco Comunal, podrán desarrollar nuevos proyectos que fomentarán el crecimiento de sus emprendimientos. Próximamente habría posibilidades de obtener maquinaria para dar soporte y desarrollo a los proyectos que así lo necesiten. Si bien se trata de una propuesta por venir vinculada a programas del Ministerio de Desarrollo Social, es interesante resaltar que para ellos, formar parte del Banco Comunal a través de Nuestras Huellas es su carta de garantía para sus emprendimientos. De esta manera, la pertenencia al “banquito” les permite un lazo social hacia el interior del grupo a través del desarrollo de los distintos emprendimientos (un tipo de apoyo e intercambio distinto al que cualquier otro grupo social podría brindar) y, sobre todo, una perspectiva de futuro para sus proyectos.
>> Por Victoria Farag, Colaboradora Voluntaria.