“El Banco Comunal da facilidades que no tenés en otro lado, y por eso hay que cuidarlo”.

“El Banco Comunal da facilidades que no tenés en otro lado, y por eso hay que cuidarlo”.

Ago 16, 2016 | Bancos comunales, barrios, Formación, Historias Emprendedoras

Un miércoles de principios de agosto el Banco Comunal “El Ceibal”, de Virreyes, tuvo su habitual reunión quincenal. De este grupo solidario forma parte Daniela Palacios, que se unió en su segundo ciclo, allá por el año 2007.
Dani tiene 41 años y trabajó en diferentes lugares, principalmente en el cuidado de personas mayores pero también en restaurantes. Su emprendimiento comenzó como venta de ropa y juguetes, y actualmente comercializa juguetes y regalería en los dos puestos que tiene en ferias populares y solidarias.
Siempre inquieta, lucha por mantener a flote estos espacios en los cuales participa desde hace más de 12 años. Las trabas municipales no impiden que el grupo de 300 puesteros encuentre sitios en donde instalarse y trabajar todos los fines de semana.

Ser parte de un Banco Comunal
En el «banquito» ha encontrado siempre el apoyo necesario para sobrellevar esta y otras dificultades, y es por eso que elige permanecer a pesar de haber considerado varias veces alejarse. Un día decidió confiar en Marisel, una de las primeras integrantes y amiga que la acercó a El Ceibal. Luego comprendió que esa confianza en sus compañeras era la base y el sustento de toda la estructura, y lo que había que cuidar y transmitir a quienes se acercaban a pedir créditos. El ahorro le permite hacer compras al por mayor y ganar descuentos por ejemplo en los productos para el cabello, que son los más caros.
Con Nuestras Huellas aprendió que se puede emprender y ser independiente, pero que la riqueza de ser parte de un grupo y el sostén de otras personas en la misma situación eran tan importantes como contar con un trabajo. Hoy, al pensar en el «banquito» reflexiona: “ya éramos independientes, aprendimos a reorganizarnos”. Organizarse es administrar los ahorros, entender las finanzas pero también aprender a convivir con las demás socias, intercambiar sin imponer y encontrar soluciones entre todas.

El futuro
Por el momento no ha decidido el rumbo que tomará su emprendimiento, si lo convertirá en un local a la calle o si cambiará de rubro. Piensa más en lo que hay por hacer en los barrios, en la pérdida de educación a nivel institucional. Imagina cómo sería si todos los vecinos pudieran acceder a capacitaciones, porque “no saben que se pueden hacer muchas cosas”, y ella es un ejemplo de eso (antes también tejía, actividad que ahora está retomando). Al ser independiente tiene más tiempo para dedicarse a su familia, algo que no podía hacer cuando trabajaba en relación de dependencia. Tiene siete hijos, y prácticamente no vio crecer a los dos mayores. Ahora tiene toda la semana para pasar con los menores, y también tiempo para ella misma. Es esta libertad lo que más valora de ser emprendedora y parte de un Banco Comunal. Y también la amistad que guarda con sus diez integrantes, el sostén para los momentos de la vida en los cuales la solidaridad y compartir sus experiencias es lo más importante.
Cuando Daniela se unió a El Ceibal su primer crédito fue de 450 pesos. Nueve años después, recuerda este momento con una sonrisa y valorando el camino recorrido piensa en la ayuda que brindan a otras personas del barrio y de otros barrios; la posibilidad de hacer inversiones en sus emprendimientos, de atravesar un mal momento económico o hacer algún arreglo en sus viviendas. Y es por estas historias que reconoce la importancia del «banquito», y de un sistema que los incluye a todos y se basa en el respaldo y el respeto de cada uno. “El Banco Comunal da facilidades que no tenés en otro lado, y por eso hay que cuidarlo”.

> Por Anahí Genari, Colaboradora voluntaria.

> Más fotos del emprendimiento de Daniela en nuestro álbum

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