La fortaleza que brinda el formar parte de un Banco Comunal no tiene que ver solamente con lo económico, sino también con el factor humano. Muchos de los “banquitos” tienen años de existencia, y sus socias crean una sólida red que les brinda contención en momentos difíciles.
Yamila Filiani destaca este valor que convierte a su grupo en una gran familia. Es una de las fundadoras de El Ceibal, en Virreyes, y durante siete años vivieron “muchas cosas, noviazgos, separaciones, nacimientos de hijos”. Con sus compañeras celebró y disfrutó de los buenos momentos, y encontró el apoyo necesario para afrontar los malos. A sus 32 años debió empezar de cero con un hijo pequeño, volver a organizar un hogar como madre soltera. Y por el banquito pudo hacerlo, no sólo porque contaba con sus ahorros sino también con palabras de aliento y oídos dispuestos a escuchar. Así encontró una nueva casa, la equipó y siguió adelante. “Siempre que una de nosotras estuvo mal, las demás estuvieron ahí para apoyarla”.
Como socia de uno de los banquitos más antiguos apoyados por Nuestras Huellas, aprendió a complementar las actividades que ahí llevan a cabo con su vida familiar y laboral. Su casa es la sede donde se reúnen las emprendedoras cada 15 días.
Siempre tuvo dos trabajos, uno extra además de su emprendimiento de venta de ropa. Al principio trabajó con ropa interior, luego con trajes de baile. A la par se desempeña como profesora de danzas, y da cursos de maquillaje. Mientras arregla el mate reflexiona que no siempre le dio la misma importancia al hecho de ahorrar siendo miembro de El Ceibal. Fue algo que aprendió, cuando decidió incrementar la cantidad y comprobó que este dinero le da la estabilidad que sus otros empleos no llegan a cubrir. Por eso cuando habla del banquito repite las palabras “respeto” y “compromiso”, que es lo que se pide a cada vecino que se acerca en busca de ayuda económica. Considera que es difícil llegar al nivel de confianza que ellas han alcanzado, y que esta es la clave para seguir unidas desde el 2007. En base a la honestidad pueden decidir qué hacer en caso de que una de ellas no llegue a devolver una cuota: todo puede resolverse si la otra persona es sincera en cuanto a su situación. Cada caso es particular, y más allá de las reglas que deben respetar como integrantes de un Banco Comunal saben que pueden tomar determinadas decisiones por la experiencia y conocimientos acumulados. “Aprendimos a cumplir. Cada quince días nosotras estamos acá, con nuestra cuota.”
Es por esto que Yamila habla de respeto, entre las socias y los “clientes” -como llaman a quienes solicitan crédito- pero también hacia lo que lograron juntas, para que siga creciendo. Así sabe que podrá disfrutar de vacaciones aunque no trabaje durante el verano, ya que sus trabajos como profesora son municipales y no cuenta con ellos durante esos meses.
A pesar de las dificultades que puedan tener, para ellas es una elección seguir sosteniendo una estructura que crearon con esfuerzo y que hoy rinde sus frutos.
“Nosotras podríamos haber dicho: bueno, llegamos hasta acá, nos vamos pero no, la seguimos peleando y queremos seguir adelante con el banquito”.
>> Por Anahí Genari, Colaboradora Voluntaria.
> Más fotos del emprendimiento de Yamila en nuestro álbum