Romi Contreras tiene 30 años, y empezó a trabajar en Nuestras Huellas hace siete. El trabajo emprendedor forma parte de su realidad desde antes, cuando era miembro del Banco Comunal “El Ceibal”, de Virreyes. En una de sus reuniones semanales quien lo coordinaba en ese momento notó ciertas habilidades en ella que resultarían valiosas para aportar en la misión de la ONG. Presentó su currículum vitae y resultó seleccionada para la búsqueda. En septiembre se cumplirá un nuevo aniversario de su incorporación, y en su voz se nota la emoción al hablar de Nuestras Huellas: “Me encanta trabajar ahí, y apuesto siempre por más”.
Quizás el haber sido socia de un banquito le aportó lo fundamental para desempeñarse en su rol de Coordinadora de Bancos Comunales; y la capacidad de escuchar y aprender de las emprendedoras se nutrió sin duda de su trabajo en el pasado. Antes de involucrarse en el mundo de las finanzas solidarias tenía su propio emprendimiento y vendía ropa a las compañeras que tenía en ese momento, cuando se empleaba en Mantenimiento.
Ahora es lo que más disfruta, el contacto permanente con las personas, con el barrio. Este año fue nombrada Referente del Área de Finanzas Solidarias. Como amaba su rol de Coordinadora por las oportunidades que le ofrecía de vincularse con las emprendedoras, continuará también con este contacto cara a cara, y la posibilidad de escuchar las historias, de formarse con el aprendizaje de tantas experiencias relatadas por las mujeres que tuvo oportunidad de entrevistar. “Yo aprendí muchas cosas, sobre todo a confiar en la gente, fue lo que me enseñó el trabajo día a día. De visitarlos, de andar, de conocerlos…Yo ando en la calle y me conoce mucha gente. Tengo mucha gente en mi memoria, y no me olvido aunque pasen años que no vea a la persona”.
Es que el trabajo en la Economía Popular y Solidaria genera gratificaciones no solo para las emprendedoras, sino también para quienes las capacitan y ayudan a llevar sus emprendimientos a una próxima etapa. Enseñar los beneficios del ahorro y ser testigos del crecimiento de estas mujeres enriquece cualquier conocimiento previo que se pueda tener sobre esta forma de economía. Es así porque como cuenta Romi, cuando las socias empiezan a formar parte del grupo entienden el valor del ahorro y del hecho de que cuentan con un apoyo para los tiempos difíciles. “Es una educación financiera a la que no muchos estamos acostumbrados”. En las experiencias de quienes ella capacita observa los resultados de ese esfuerzo, y aprende: cómo las socias llevan su economía en sus hogares, los detalles y la evolución de sus emprendimientos, e incluso algún truco de cocina de la mano de expertas.
Nuestras Huellas constituye un antes y un después en su vida, un trabajo que le dio la posibilidad de conocer el otro lado de las relaciones laborales: “Tiene una lógica totalmente distinta, que yo valoro muchísimo: una lógica humana”. Sueña con su crecimiento, con la posibilidad de llegar a más barrios, a más familias y que otras personas puedan conocer lo que significa “ser responsable por el otro” y cumplir con la fianza solidaria.
Por > Anahí Genari, Colaboradora Voluntaria.