María Ruibo vive en Maquinista Savio, es jefa de hogar y emprendedora. Primera en el “rubro” en su familia, llevó adelante muchos proyectos hasta que encontró su pasión. Actualmente es productora de carteras. Su recorrido por la economía popular le permitió convertirse en una de las fundadoras del Banco Comunal “San Antonio”, de Lagomarsino (Pilar).
Mañana de viernes fría y nublada, de esas que invitan a quedarse en casa. Sin embargo, la jornada de María arrancó muy temprano. Nos encontramos en su negocio, me recibe con una una sonrisa y rápidamente comenzamos a charlar sobre su historia. Tenemos que aprovechar el tiempo antes que lleguen nuevos clientes.
Su camino como productora comenzó en 2008, cuando decidió capacitarse en lo que hoy es su oficio. En ese entonces, su cuñada le sugirió tomar un préstamo en un Banco Comunal para costear los gastos. Hoy recuerda, divertida, que sus primeros créditos fueron de trescientos pesos. Aunque no era mucha plata, reflexiona, le permitía comprar los materiales para sus cursos y continuar aprendiendo.
María trabajaba como mucama hasta que decidió renunciar para dedicarse tiempo completo a su emprendimiento. Acondicionó una habitación de su casa e inauguró su taller. Ya no puede imaginarse cómo sería volver a emplearse de esa manera. Se habituó a manejar sus tiempos y a ser su propia jefa. Y, aunque reconoce que por momentos se torna difícil ser responsable de sus propios ingresos, no lo cambiaría por nada en el mundo.
Al principio, vendía sus productos en ferias populares de la zona y entre sus allegados. Poco a poco, fue haciéndose conocida por su trabajo y las vecinas del barrio se convirtieron en sus mejores clientas. La visitan en su casa y eligen su cartera favorita. En otros casos “diseñan” juntas su nueva adquisición. Le piden modelos y colores en particular y ella, como buena productora, cumple con esos deseos.
Durante estos años pudo comprar maquinaria y diversificar su mercadería. Ya no sólo produce carteras, sino también bolsos, morrales para hombres y billeteras. Pero no sólo eso consiguió María, sus deseos de crecer y el encuentro con otras mujeres, la llevaron a participar de la conformación del Banco Comunal “San Antonio”. El “banquito” le permitió desarrollar su emprendimiento y también le dio herramientas para “cuidarlo”. Recuerda, feliz, que con “Nuestras Huellas” pudo viajar al exterior para conocer y compartir experiencias con otros emprendedores. Además, en esas reuniones quincenales, descubrió amigas, compañeras incondicionales que hacen que quiera seguir formando parte del grupo.
Además de su emprendimiento, María tiene un kiosco que está creciendo gracias a su esfuerzo diario. Es el lugar donde me recibió hoy y donde pasa la mayor parte de la semana. Surgió como una oportunidad, dice, y no dudó de aceptar el desafío. Allí, también exhibe su mercadería aunque sueña en algún momento poder abrir un local sólo para sus carteras. Y como los buenos deseos se extienden a todos los espacios de los que formamos parte, también tiene sueños para “San Antonio”. Ella desea que siga creciendo, que junto con sus compañeras puedan continuar ahorrando hasta que el “banquito” se vuelva completamente autogestivo.
Antes de despedirme, sólo me queda una pregunta: ¿qué le diría a quienes tienen ganas de emprender? Sin dudarlo, María dice “sí, ¡que lo hagan! Es muy lindo” pero advierte que requiere de mucha seriedad y compromiso para mantenerse en el tiempo. Así pasa la posta quien conoce mucho sobre el tema.
>> Por Eliana Molina, Colaboradora Voluntaria.
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